Muy
cariñoso con el amo, el Scottish se muestra con frecuencia desconfiado e
incluso mordedor con los extraños, y es por eso, a pesar de su pequeño tamaño
es un buen perro guardián. Sin embargo su naturaleza es la de un
perro de caza en madriguera, que sabe enfrentarse con valentía y decisión
a cualquier tipo de animal acosándolo y persiguiéndolo incluso en los terrenos
más accidentados y difíciles, resultando insuperable en este tipo de caza.
El nombre de esta raza índica su país de origen, donde se lo aprecia
por su robustez y su carácter firme, características que hicieron
que se difunda por toda Europa y el resto del mundo. El Scottish es hoy
uno de los terriers más conocidos. Lo que más llama la atención del Scottish
es su gran fuerza unida a una notable agilidad y un andar desenvuelto y
fluido. Particularmente bella es su cabeza, bien larga y estrecha, con una
expresión franca y decidida en los ojos de color marrón oscuro, encajados
profundamente bajo los arcos superciliares. Las orejas, no demasiado grandes
y de textura fina, deben ser llevadas siempre erguidas. La cola es de longitud
media, gruesa en la raíz, debe llevarla recta. El subpelo es corto, denso
y suave y el pelo exterior muy largo y áspero. Los colores son negro, trigo
o atigrado en cualquier color.